Todos sabemos que el lugar y el ambiente en donde vivimos tienen una influencia en cómo somos, pero difícilmente dimensionamos hasta qué punto. Creemos generalmente que el lugar es siempre una cosa externa que no opera cambios en nuestra psique, pero quizás lo contrario es verdad. Creemos que somos autónomos y la conducta de los demás no nos afecta de manera sustancial, pero pocos realmente lo somos. El lugar (con todo su ecosistema y red de relaciones) en la vida cotidiana se experimenta como un estado mental o un sistema operativo.
Donde estamos transforma cómo somos, argumenta Adam Alter en el New York Times. Existen numerosos estudios que nos pueden ayudar a entender hasta qué punto está abierta una membrana de influencias psicoculturales entre una persona, sus vecinos (las ideas que pululan) y el lugar en el que habita. SIGUE LEYENDO