Se le considera universalmente símbolo celeste y solar a la vez. Reina de las aves y por extensión símbolo general de todas ellas, siendo a la vez él de los estados espirituales superiores.
Su identificación con el sol, fuente y radiación de la luz, es esencial para los indios de América del Norte, que llevan plumas de águila en sus abalorios. Las plumas y el silbato fabricado con sus huesos son utilizados durante la danza del Sol.
Comparten simbología con los aztecas. En el Japón, el kami cuyo mensajero es un águila se denomina Águila del Sol celeste.
Símbolo de contemplación en el evangelio de san Juan. Ciertas obras de arte de la Edad Media identifican esta ave con el Cristo y la ascensión.
En su aspecto negativo, como ocurre con cierta frecuencia, se invierte la simbología del Cristo y la convierten en imagen del Anticristo, siendo ahora una rapaz cruel y símbolo de orgullo y opresión.
En el arte de las mancias se interpretaba el vuelo de las águilas para percibir las voluntades divinas. En la cultura germano-céltica, es esencialmente la mensajera de la voluntad de lo alto.
Según algunas tradiciones, el águila posee poder de rejuvenecimiento. Se dice que esta se expone al sol y cuando su plumaje ha absorbido gran cantidad de calor, se sumerge dentro de un agua y vuelve a encontrar así una nueva juventud. Esta acción la podemos comparar con la iniciación en la alquimia, que comprende el proceso del rito de paso por el fuego y por el agua.
Ave solar con una vista penetrante que se compara al ojo que todo lo ve y en consecuencia al Dios.
En las antiguas escrituras con frecuencia se le atribuye a los ángeles la forma del águila: “... los cuatro tenían cara de águila...” Ez 1. Y en el Apocalipsis 4,7-8: “…El cuarto ser viviente es como un águila en pleno vuelo…”
Fuente: Extracto de libro "Animales de poder y el inconsciente colectivo" por Marga Farró.
https://www.youtube.com/watch?v=kNljzv8IEx8&feature=youtu.be