Bodidharma llegó a la China mil cien años después de Buda. El mismo era un Buda. El Emperador Wu acudió a recibir a Bodidharma. Cuando nadie estuvo presente le preguntó a Bodidharma, “Estoy muy confuso. Mi mente nunca está en paz. ¿Qué puedo hacer? Dímelo. Tranquiliza, calma mi mente. Esto sumido en una profunda lucha, en un conflicto interno constante. Haz algo”.
Bodidharma dijo, “Haré algo. Ven temprano de madrugada, a las cuatro en punto, pero recuerda que debes traer tu yo”.
El Emperador pensó, “O este hombre está loco o no he entendido lo que ha dicho”. Y dijo, “Desde luego vendré. Vendré con mi yo”.
Bodidharma siguió insistiendo, “No te olvides. Trae tu yo contigo, sino, ¿a quién voy a tranquilizar?”.
El Emperador no pudo dormir en toda la noche. Aquello era muy extraño. Parecía absurdo. ¿Qué quiere decir este hombre? Y empezó a dudar sobre si acudir o no acudir, y tenía que hacerlo a una hora muy temprana, a las cuatro en punto de la madrugada. Y Bodidharma le había dicho que acudiera solo, “Deja únicamente a tu yo que acuda contigo; a nadie más”. De modo que nadie se enteraría de lo que iba a hacer, y aquel hombre parecía un loco. Podría ser hasta peligroso. Pero aún así, se sintió tentado. Este hombre era realmente de una clase distinta de ser. ¡Atraída! ¡Era magnético! Así que el Emperador no pudo quedarse en casa y fue.
Cuando se estaba acercando, Bodidharma le dijo, “Has venido, pero ¿dónde está tu yo?”.
Wu le dijo, “Me confundes. No he podido dormir en toda la noche. ¿Qué quieres decir con mi yo? Yo estoy aquí”.
A lo que Bodidharma dijo, Dame tu yo. Lo voy a dejar tranquilo, silencioso, en paz. Cierra tus ojos descubre dónde está. Dímelo y lo haré desaparecer totalmente y nunca surgirá un problema de nuevo”.
De modo que el Emperador Wu cerró los ojos y se sentó ante Bodidharma. La mañana estaba en absoluto silencio, podía escuchar sus propios latidos del corazón. Y Bodidharma estaba allí diciéndole constantemente, “Ve hacia tu interior y descubre dónde está. Si no eres capaz de hallarlo, ¿qué voy a hacer yo?”. Y buscó y buscó y buscó durante horas. Luego abrió sus ojos y era un hombre diferente.
Le dijo, “No lo hallo por ninguna parte. Es todo vacío. No hay un yo”.
Bodidharma le dijo, “Si no hay yo y todo es vacío, ¿te sientes alterado ahora? ¿Hay alguien que esté en desasosiego en tu interior? ¿Dónde está ahora la angustia de la que hablabas? Hablabas tanto de ella y ¿dónde está ahora?”.
Wu dijo, “No está en ninguna parte porque la persona ha desaparecido, ¿cómo va a poder subsistir esta intranquilidad sin nadie? Lo he intentado y vuelto a intentar, pero no hay nadie a quien encontrar. En realidad, estaba engañado. Siempre creí que había un “yo” en mi interior. Trate de descubrirlo y resulta que no está. Hay simplemente un vacío, sunya, una vacuidad, una nada”.
A lo que Bodidharma respondió, “Ve ahora a tu casa y siempre que sientas que has de hacer algo con tu “yo”, descubre primero dónde se encuentra”.